viernes, 12 de diciembre de 2008

SOFÍA EN EL CASTILLO ENCANTADO

Había una vez una niña, a la que en su pueblo la llamaban Sofía la Traviesa. Sofía vivía en un pueblo pequeño, rodeado por un bosque. Cuenta la gente que ha estado, que hay un castillo en el medio del bosque en el que se oye un ruido muy fantasmal.
Sofía, como era tan traviesa intento convencer a sus amigos para ir al castillo, pero ellos no quisieron. Entonces Sofía les engaño y les dijo que iban a pedir caramelos en el día de Halloween.
Llego el día y se disfrazaron cada uno de una cosa: Uno con una tunica de mago, Otra con un vestido negro de bruja, Otro con una manta de fantasma, …
Cuando terminaron de pedir caramelos, Sofía le dijo que si iban a dar un paseo al bosque con ella. Ellos aceptaron y empezaron a charlar hasta que se perdieron y llegaron al castillo. Sus amigos le preguntaron a Sofía que iban hacer, y Sofía les dijo que tenía un plan; que era que uno tocara la puerta y si no abrían se colaban por la ventana. Sus amigos le dijeron que no, pero ella estaba tan empeñada que les convenció.
Así que tocaron la puerta, y no les abrían, entonces Sofía se coló por la ventana y entro al castillo.
El castillo era grande y oscuro. Uno de los niños prendió una linterna y vio cinco puertas. Y entonces se escucho un ¡uuuuugh! Que venia de una de las puertas. Sofía abrió la puerta y ella y sus amigos vieron a un hombre tiritando, sentado y blanco como la leche.
El Hombre les dijo – Acercaos, no tengáis miedo soy el hijo de Drácula, yo no soy como mi padre, ¡yo soy bueno!
Sofía, como era de esperar, se acerco a él y le dijo que qué le pasaba y él contesto que tenia mucho frío, entonces el niño que iba de fantasma de dio su manta y se la puso al hijo de Drácula.
Este le dijo que se llamaba Azcario y le contó que tenía un hermano y que hasta hace poco vivía con su familia en Australia. Pero como él era bueno su padre no le quería y le echó de casa. Él llego al castillo volando sin parar y llevaba tres años solo y con frío. Sofía le dijo que si le podía indicar el camino a casa y él aceptó encantado. A cambio ellos le vendrían a ver todos los días. Se dieron un abrazo y se fueron por donde les habían indicado.

Nairuz Palomino Robles.

No hay comentarios: